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Preguntas frecuentes sobre el aire comprimido

El aire comprimido es un tipo de energía generada por componentes mecánicos que, al hacer circular y almacenar aire atmosférico en espacios reducidos, elevan su presión y temperatura.
Se utiliza ampliamente en diversos procesos e industrias, como la automovilística y la alimentaria, para alimentar herramientas neumáticas, pintar, limpiar e incluso envasar diversos productos.
Por su versatilidad, puede utilizarse en actividades que van desde la producción industrial hasta aplicaciones médicas y agrícolas, y es una fuente de energía segura y eficiente.

Aunque el aire comprimido es relativamente seguro, requiere cuidado:

  • Las mangueras y válvulas deben manipularse con cuidado y utilizando el equipo de protección adecuado (EPI).
  • Es necesario realizar inspecciones periódicas de la red de aire comprimido para detectar fugas, que causan derroche de energía y pueden provocar accidentes.
  • Sin un tratamiento adecuado, el aire comprimido no es apto para respirar porque contiene aceite y partículas perjudiciales para la salud.

Es esencial que las instalaciones de aire comprimido estén bien diseñadas y reciban inspecciones preventivas para minimizar los riesgos.

El oxígeno comprimido es un gas puro, utilizado en aplicaciones específicas como sistemas hospitalarios y procesos de soldadura. El aire comprimido, por su parte, es una mezcla de gases, compuesta principalmente por nitrógeno (78%) y oxígeno (21%), además de otros gases en menor cantidad.
Mientras que el aire comprimido es más seguro y se utiliza de forma versátil en las industrias, el oxígeno comprimido requiere un cuidado adicional debido a su naturaleza reactiva y al riesgo de combustión cuando entra en contacto con materiales inflamables.

El funcionamiento de un sistema de aire comprimido comienza con la captación del aire atmosférico por un compresor, que lo fuerza a través de cavidades extremadamente pequeñas, elevando su presión.
A continuación, este aire se transporta a través de una red de tuberías y accesorios destinados a minimizar la pérdida de presión y mantener la calidad del aire hasta los puntos de consumo, como las herramientas neumáticas y los equipos de producción.
El sistema puede incluir secadores y filtros, que eliminan las impurezas, garantizando que el aire esté seco y limpio antes de ser utilizado.

Por lo general, el aire comprimido debe utilizarse en aplicaciones que requieran flexibilidad y seguridad.
En lugares con mucha humedad o zonas remotas, por ejemplo, las herramientas neumáticas alimentadas por este tipo de energía ofrecen ventajas sobre los dispositivos eléctricos, precisamente porque son más seguras y funcionan con mayor eficacia.
Además, en procesos industriales, el aire comprimido es ideal para sistemas que requieren velocidad y par variables, como taladros y equipos de pintura.

El aire comprimido hospitalario se utiliza en diversas aplicaciones médicas, como sistemas de respiración, herramientas quirúrgicas, clínicas dentales e incluso para uso veterinario.
Garantiza un suministro constante y seguro para ventiladores mecánicos y otros equipos de asistencia respiratoria.
Este tipo de aire debe estar limpio y libre de contaminantes, lo que requiere un riguroso sistema de filtrado y secado para cumplir las normas sanitarias.
La fiabilidad del aire comprimido hospitalario es vital para la seguridad y el bienestar de los pacientes.

En general, la temperatura del aire comprimido se ve influida por el proceso de compresión, que genera calor debido al aumento de energía de las moléculas de aire.
Sin un tratamiento adecuado, el aire puede alcanzar altas temperaturas inmediatamente después de la compresión, que pueden variar en función del tipo de compresor utilizado.
Una de las formas de evitar daños en equipos y procesos sensibles es utilizar sistemas de refrigeración para reducir la temperatura del aire antes de su uso.

La presión del aire comprimido suele depender de la aplicación y del tipo de compresor utilizado.
En las aplicaciones industriales, la presión suele oscilar entre 7 y 12 bares, en función de las necesidades del equipo al que se suministra.
Para garantizar un funcionamiento eficaz, la presión de trabajo debe regularse adecuadamente y el sistema debe poder manejar la capacidad sin pérdidas considerables, como fugas, que pongan en peligro el rendimiento.

Existen dos tipos de aire comprimido, que varían en función de su pureza:

  • Aire no tratado: puede contener partículas, aceite y humedad, lo que lo hace inadecuado para aplicaciones que requieren aire de alta calidad, como en las industrias alimentaria y farmacéutica. 
  • Aire tratado: se somete a procesos de filtrado y secado, garantizando un nivel de pureza que cumple los requisitos específicos de cada aplicación.

En los sistemas de distribución, la velocidad del aire comprimido puede variar en función del diámetro de la tubería y de la presión aplicada.
En los cilindros neumáticos, la velocidad de funcionamiento suele oscilar entre 300 y 800 milímetros por segundo.
La velocidad ideal debe calcularse en función de la aplicación para garantizar la máxima eficiencia energética.
Es importante destacar que la elección de la velocidad tiene un impacto directo en la vida útil de los equipos conectados.

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